En 1992 Rafael Chaparro Madiedo ganó el premio nacional de Colcultura con la novela Opio en las nubes. Una figura desconocida, de pronto, surgía en el panorama de la literatura colombiana. Una novela marginal, atravesada de drogas, licor, sexo y ciudades desoladas, y un poco en la línea de ¡Que viva la música! (1977) de Andrés Caicedo, acaparaba por un momento la atención de los lectores y la crítica.