Si te estrellas de frente con mi corazón
no huyas y no intentes borrar tus huellas dactilares
tampoco lo dejes por ahí a merced de algún desprevenido transeúnte
y no lo escondas, como al hijo torpe, de las visitas.
Si lo ves mordido en los bordes como un viejo borrador de la primaria
somételo a una calle de lluvias y remates.
Alguien se encartará con tan pesado encargo lleno de canciones incendiadas
y viejas vajillas en desuso